domingo, 10 de noviembre de 2013

Influencia del masaje infantil en la creación del vínculo afectivo



El vínculo es la conexión que se establece con el bebé. En los animales se produce en los primeros minutos y horas tras el nacimiento. Sin embargo, en el ser humano no está definido el tiempo en el que se produce esa unión.
Aunque sí se ha demostrado que en el parto fisiológico hay un “periodo sensitivo” en el que la naturaleza tiene previsto que el bebé y la mamá tengan un encuentro amoroso y placentero. Para ello tienen un papel fundamental las hormonas (oxitocina, endorfinas y catecolaminas) que hacen que la madre tenga sensaciones amorosas y de bienestar y el bebé esté en estado de alerta y preparado para grabarlo en su memoria.
        En el ser humano la vinculación se trata más bien de un proceso continuado que puede empezar ya desde el embarazo, que sigue produciéndose durante meses o años y se va reforzando y manteniendo durante toda la vida. De hecho estamos viendo que aunque el parto sea intervenido y no se produzca ese pico hormonal que inicia la unión entre madre e hijo e incluso si se dan otros factores que puedan perturbar el comienzo de la relación, hay otros elementos que pueden propiciar que acabe estableciéndose y reparándose. Por eso se habla indistintamente del concepto de Apego. El apego se refiere más a la relación emotiva que se establece entre los cuidadores y el niño.
     Existe un intercambio entre ellos; cada uno hace su papel generando al final confianza, intimidad, complicidad, de tal manera que se describe como el sentimiento de que la otra persona es “irremplazable.” Este vínculo emocional que desarrolla el niño tiene una serie de características en su comportamiento:
Se esfuerza por mantener la proximidad e intenta mantener el mayor contacto sensorial con la  persona a la que se vincula, se resiste a la separación y utiliza esta figura de apego como base de seguridad para explorar el mundo y como refugio ante la tristeza, el miedo, el dolor, buscando en ella, apoyo y bienestar.
       Sin embargo, a veces se entrecruzan algunos elementos que pueden distorsionar o dificultar la creación de ese vínculo afectivo. Un ejemplo sería la separación con el bebé ya sea por protocolos intervencionistas que no permitan “el piel con piel”, complicaciones surgidas durante el parto o problemas del recién nacido que le hagan permanecer en una incubadora lejos de sus padres. Esta separación afectará a la secreción hormonal, al establecimiento de la lactancia, al inicio de la comunicación entre ambos y el vínculo se hará de forma más tardía. Además, si ese primer contacto que el bebé recibe del mundo exterior es traumático o doloroso, este tendrá que deshacerse después de todo el estrés generado, mediante por ejemplo el llanto, lo que puede ocasionar en sus padres angustia, tensión, y pérdida de confianza, lo que a su vez puede traducirse en una relación más complicada con el bebé.
A veces, una enfermedad, los trastornos emocionales durante el postparto como la depresión junto con otros elementos como el cansancio, el dolor, o problemas en la recuperación, perjudica dicha relación con el bebé.
Estas situaciones dificultan el establecimiento del vínculo pero nunca sería demasiado tarde para crearlo o mejorarlo. Y una de las herramientas para conseguirlo es el Masaje infantil, ya que engloba muchos de los elementos que ayudan en ese proceso.
Los elementos más importantes en la creación del vínculo afectivo son:
v  El contacto cutáneo
El tacto es el primer sentido que se desarrolla, el último en desaparecer y el único sin el cual no podríamos vivir porque estaríamos aislados. Con él nos llega la información del mundo exterior, sentimos a los demás, sentimos nuestro propio cuerpo. Es el lenguaje del bebé. A través del contacto puede percibir el cariño y el afecto que le brindan sus progenitores. Cuando tocamos, besamos, acariciamos y mimamos al bebé le trasmitimos nuestra seguridad, amor, placer y consuelo. De hecho, el lenguaje de los niños es sensitivo y el de los adultos es verbal. Hasta los doce años ellos son más táctiles-kinestésicos, es decir, reciben más información a través del contacto que de cualquier otra cosa.
 
El contacto cercano activa hormonas que favorecen la lactancia y el cuidado del bebé.
La proximidad que se mantiene con el bebé hace que se pasen anticuerpos que le inmunizan, y también hace que se regule su temperatura.
Los investigadores han demostrado que el contacto físico positivo tiene respuestas neuroquímicas en el cerebro,  responsables del apego. Así según el tipo de contacto físico y emocional que reciba el bebé se liberarán unos neurotransmisores u otros y se formarán diferentes conexiones neuronales, lo que dará a su vez la creación de diferentes tipos de apego. El apego seguro es aquel que se ha formado por un estrecho contacto entre el cuidador y el niño, y este entiende saciadas sus necesidades y tiene confianza en él.
v  El contacto visual
El contacto visual es una de las señales que recibe el bebé al nacer, junto con el contacto cutáneo y los latidos del corazón de la madre y eso le ayuda a reducir las hormonas del estrés del parto. Con ello recibe el mensaje de que está salvo. Fisiológicamente los bebés vienen preparados para ver a una distancia entre 18 y 30 cm, la distancia que existe entre el pecho (o biberón) y los ojos de su madre, si está cogido en brazos. Además distinguen mejor la forma de ojo de buey como los ojos y los pezones. La conclusión que se obtiene es que por instinto los bebés buscan la mirada de su madre.
El contacto visual nos sirve para establecer una comunicación con el bebé. Buscamos su mirada para llamar su atención, para dirigirnos a él. Podemos ver en sus ojos si está contento, si tiene sueño, e ir conociendo sus señales,  y al revés, él aprende a reconocer nuestra expresión.
v  La vocalización
Él reconoce la voz de la madre ya desde que estuvo en su vientre, y posteriormente también la de su padre. La voz de sus padres tiene un efecto calmante, les da seguridad porque es algo que conocen. Algunos estudios demuestran la preferencia que tiene el bebé con las voces de sus padres con respecto a las de otras personas. A los bebés les gustan más los sonidos agudos y de forma innata los padres se dirigen a él con ese tono. Cuando los padres se comunican con el bebé mediante el sonido, y él responde se produce una interacción entre ellos. Poco a poco, los padres sabrán identificar los sonidos que emite su bebé, y éste a su vez irá asociando las diferentes palabras con su significado.
v  El olor
Un recién nacido puede reconocer el olor de su madre, y  los padres pueden reconocer el de su bebé.
Tenemos un olor único determinado por las feromonas.
v  El llanto
 
      Es una forma de expresión del bebé. Los padres aprenden a reconocer el llanto del niño y a responder ante sus necesidades.
Estimula el sistema hormonal, la madre produce más leche.
Según como respondan los padres ante el llanto, así se establecerá el vínculo, el bebé necesita saber
que sus necesidades serán atendidas y satisfechas y que sus padres responderán ante su llamada.

v  Sonrisa
       Sonreir libera hormonas que desencadenan emociones de amor  y ternura. A través de las sonrisas se comunica felicidad. El bebé interpreta el gozo de la cara de sus padres y les imita. Los padres se alegran cuando su bebé sonríe, les da confianza, saben que está bien, sano y feliz y que por tanto ellos están haciendo una buena labor.
v  Amamantar
         La oxitocina es crucial en la lactancia materna. Es responsable de la producción de leche, pero a su vez es una hormona relajante y responsable de sensaciones amorosas. En los momentos de la toma se produce un efecto calmante tanto para la madre como para el bebé. El bebé traga a través de la leche esas hormonas y se producirán las mismas sensaciones en él. Serán unos momentos de unión facilitados por el contacto íntimo, el olor, las caricias… Mientras que se amamanta al bebé es un buen momento para mirarle, para mimarle, para tocarle, para sentirlo más cerca, a la vez que se satisface una de sus necesidades primarias. Aunque se alimente mediante biberón, la madre puede intimar con el bebé de la misma manera por el contacto cercano.
v  Imitación, sincronía
        Poco a poco los padres van conectando con su bebé, ambos van entendiéndose y amoldándose mutuamente. Es un aprendizaje en el que ambas partes van conociéndose y se van adaptando la una a la otra.
        El bebé aprende de sus padres a través de la imitación, copia sus gestos y sus sonidos, y estos a su vez repiten los sonidos de su bebé. Se establece un diálogo entre ellos.
 
         Todos estos elementos actúan en el masaje. La persona que lo da, está cara a cara con el bebé y establece contacto ocular con él, lo que ya de por sí es un elemento de comunicación y le proporciona una sensación de seguridad al bebé y a los padres les ayuda a comprenderle. Durante el masaje se mantiene esa proximidad necesaria para que se reconozca el olor corporal, (porque se usan aceites sin perfume) y para activar las hormonas relajantes como la oxitocina, que favorece la lactancia.
         Se establece una comunicación tanto verbal como pre-verbal. Los padres piden permiso al bebé, le hablan, le cantan, le susurran, estimulando así el lenguaje, y además escuchan su respuesta, observan sus gestos. Cuando sonríe, gorjea, los padres se sienten satisfechos con su quehacer. Se dan cuenta de que hacen sentir bien a su bebé, que pueden ayudarle a alivian sus molestias, en definitiva, les da a autoconfianza en su papel como padres. Van aprendiendo a leer las señales de su bebé, saber qué le gusta, cuando está cansado, cuándo quiere jugar y cuándo necesita ser escuchado para descargar sus tensiones emocionales. Además a través del contacto afectivo le están trasmitiendo calma, seguridad, le están proporcionando placer. Todo ello hará que el niño interprete que es un ser respetado y amado, lo que es fundamental para su desarrollo emocional.
 
         La vinculación temprana y cómo establezcan esa relación de apego, va a determinar  cómo establezcan los bebés sus relaciones en la edad adulta, porque esa primera relación la toman como modelo de referencia. Una relación sana y de calidad, será “el molde” para sus relaciones futuras. La capacidad para amar, sentir empatía, compartir… se asocia con los sistemas cerebrales que se desarrollaron en la infancia mediante las experiencias que causaron las relaciones con sus padres o cuidadores. Por eso es tan importante el proceso de creación de un buen vínculo afectivo  y todo lo que lo potencie, como es el masaje infantil.
 

 

1 comentario:

  1. Totalmente de acuerdo contigo, si ya de bien pequeños les vamos haciendo estos masajes veremos como se van encontrando mejor día a día, un saludo Alicia

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