El vínculo es la conexión que se establece con el bebé. En los animales se produce en los primeros minutos y horas tras el nacimiento. Sin embargo, en el ser humano no está definido el tiempo en el que se produce esa unión.
Aunque sí se ha demostrado que en el parto fisiológico hay un “periodo
sensitivo” en el que la naturaleza tiene previsto que el bebé y la mamá tengan
un encuentro amoroso y placentero. Para ello tienen un papel fundamental las
hormonas (oxitocina, endorfinas y catecolaminas) que hacen que la madre tenga
sensaciones amorosas y de bienestar y el bebé esté en estado de alerta y
preparado para grabarlo en su memoria.
En el ser humano la
vinculación se trata más bien de un proceso continuado que puede empezar ya
desde el embarazo, que sigue produciéndose durante meses o años y se va
reforzando y manteniendo durante toda la vida. De hecho estamos viendo que
aunque el parto sea intervenido y no se produzca ese pico hormonal que inicia
la unión entre madre e hijo e incluso si se dan otros factores que puedan
perturbar el comienzo de la relación, hay otros elementos que pueden propiciar
que acabe estableciéndose y reparándose. Por eso se habla indistintamente del
concepto de Apego. El apego se refiere más a la relación emotiva que se
establece entre los cuidadores y el niño.
Existe un intercambio entre
ellos; cada uno hace su papel generando al final confianza, intimidad,
complicidad, de tal manera que se describe como el sentimiento de que la otra
persona es “irremplazable.” Este vínculo emocional que desarrolla el niño tiene
una serie de características en su comportamiento:
Se esfuerza por mantener la proximidad e intenta mantener el mayor
contacto sensorial con la persona a la
que se vincula, se resiste a la separación y utiliza esta figura de apego como
base de seguridad para explorar el mundo y como refugio ante la tristeza, el
miedo, el dolor, buscando en ella, apoyo y bienestar.
Sin embargo, a veces se
entrecruzan algunos elementos que pueden distorsionar o dificultar la creación
de ese vínculo afectivo. Un ejemplo sería la separación con el bebé ya sea por protocolos intervencionistas que no permitan “el piel con piel”,
complicaciones surgidas durante el parto o problemas del recién nacido que
le hagan permanecer en una incubadora lejos de sus padres. Esta separación
afectará a la secreción hormonal, al establecimiento de la lactancia, al inicio
de la comunicación entre ambos y el vínculo se hará de forma más tardía.
Además, si ese primer contacto que el bebé recibe del mundo exterior es
traumático o doloroso, este tendrá que deshacerse después de todo el estrés
generado, mediante por ejemplo el llanto, lo que puede ocasionar en sus padres
angustia, tensión, y pérdida de confianza, lo que a su vez puede traducirse en
una relación más complicada con el bebé.
A veces, una enfermedad, los trastornos emocionales
durante el postparto como la depresión junto con otros elementos como el
cansancio, el dolor, o problemas en la recuperación, perjudica dicha relación
con el bebé.
Estas situaciones dificultan el establecimiento del
vínculo pero nunca sería demasiado tarde para crearlo o mejorarlo. Y una de las
herramientas para conseguirlo es el Masaje infantil, ya que engloba muchos de
los elementos que ayudan en ese proceso.
Los elementos más importantes en la creación del
vínculo afectivo son:
v El contacto cutáneo
El tacto es el primer sentido que se desarrolla, el último en desaparecer
y el único sin el cual no podríamos vivir porque estaríamos aislados. Con él
nos llega la información del mundo exterior, sentimos a los demás, sentimos
nuestro propio cuerpo. Es el lenguaje del bebé. A través del contacto puede
percibir el cariño y el afecto que le brindan sus progenitores. Cuando tocamos,
besamos, acariciamos y mimamos al bebé le trasmitimos nuestra seguridad, amor,
placer y consuelo. De hecho, el lenguaje de los niños es sensitivo y el de los
adultos es verbal. Hasta los doce años ellos son más táctiles-kinestésicos, es
decir, reciben más información a través del contacto que de cualquier otra cosa.
La proximidad que se mantiene con el bebé hace
que se pasen anticuerpos que le inmunizan, y también hace que se regule su
temperatura.
Los investigadores han demostrado que el
contacto físico positivo tiene respuestas neuroquímicas en el cerebro, responsables del apego. Así según el tipo de
contacto físico y emocional que reciba el bebé se liberarán unos
neurotransmisores u otros y se formarán diferentes conexiones neuronales, lo
que dará a su vez la creación de diferentes tipos de apego. El apego seguro es
aquel que se ha formado por un estrecho contacto entre el cuidador y el niño, y
este entiende saciadas sus necesidades y tiene confianza en él.
v El contacto visual
El contacto visual es una de las señales que
recibe el bebé al nacer, junto con el contacto cutáneo y los latidos del
corazón de la madre y eso le ayuda a reducir las hormonas del estrés del parto.
Con ello recibe el mensaje de que está salvo. Fisiológicamente los bebés vienen
preparados para ver a una distancia entre 18 y 30 cm, la distancia que existe
entre el pecho (o biberón) y los ojos de su madre, si está cogido en brazos.
Además distinguen mejor la forma de ojo de buey como los ojos y los pezones. La
conclusión que se obtiene es que por instinto los bebés buscan la mirada de su
madre.
El contacto visual nos sirve para establecer
una comunicación con el bebé. Buscamos su mirada para llamar su atención, para
dirigirnos a él. Podemos ver en sus ojos si está contento, si tiene sueño, e ir
conociendo sus señales, y al revés, él
aprende a reconocer nuestra expresión.
v La vocalización
Él reconoce la voz de la madre ya desde que
estuvo en su vientre, y posteriormente también la de su padre. La voz de sus
padres tiene un efecto calmante, les da seguridad porque es algo que conocen.
Algunos estudios demuestran la preferencia que tiene el bebé con las voces de
sus padres con respecto a las de otras personas. A los bebés les gustan más los
sonidos agudos y de forma innata los padres se dirigen a él con ese tono.
Cuando los padres se comunican con el bebé mediante el sonido, y él responde se
produce una interacción entre ellos. Poco a poco, los padres sabrán identificar
los sonidos que emite su bebé, y éste a su vez irá asociando las diferentes
palabras con su significado.
v El olor
Un recién nacido puede reconocer el olor de su
madre, y los padres pueden reconocer el
de su bebé.
Tenemos un olor único determinado por las feromonas.
v El llanto
Es
una forma de expresión del bebé. Los padres aprenden a reconocer el llanto del
niño y a responder ante sus necesidades.
Estimula el sistema hormonal, la madre produce
más leche.
Según como respondan los padres ante el llanto,
así se establecerá el vínculo, el bebé necesita saber
que sus necesidades serán
atendidas y satisfechas y que sus padres responderán ante su llamada.
v Sonrisa
Sonreir libera hormonas que
desencadenan emociones de amor y
ternura. A través de las sonrisas se comunica felicidad. El bebé interpreta el
gozo de la cara de sus padres y les imita. Los padres se alegran cuando su bebé
sonríe, les da confianza, saben que está bien, sano y feliz y que por tanto
ellos están haciendo una buena labor.
v Amamantar
La oxitocina es crucial en
la lactancia materna. Es responsable de la producción de leche, pero a su vez
es una hormona relajante y responsable de sensaciones amorosas. En los momentos
de la toma se produce un efecto calmante tanto para la madre como para el bebé.
El bebé traga a través de la leche esas hormonas y se producirán las mismas
sensaciones en él. Serán unos momentos de unión facilitados por el contacto
íntimo, el olor, las caricias… Mientras que se amamanta al bebé es un buen
momento para mirarle, para mimarle, para tocarle, para sentirlo más cerca, a la
vez que se satisface una de sus necesidades primarias. Aunque se alimente
mediante biberón, la madre puede intimar con el bebé de la misma manera por el
contacto cercano.
v Imitación, sincronía
Poco a poco los padres van conectando
con su bebé, ambos van entendiéndose y amoldándose mutuamente. Es un
aprendizaje en el que ambas partes van conociéndose y se van adaptando la una a
la otra.
El bebé aprende de sus
padres a través de la imitación, copia sus gestos y sus sonidos, y estos a su
vez repiten los sonidos de su bebé. Se establece un diálogo entre ellos.
Todos estos elementos
actúan en el masaje. La persona que lo da, está cara a cara con el bebé y
establece contacto ocular con él, lo que ya de por sí es un elemento de
comunicación y le proporciona una sensación de seguridad al bebé y a los padres
les ayuda a comprenderle. Durante el masaje se mantiene esa proximidad
necesaria para que se reconozca el olor corporal, (porque se usan aceites sin
perfume) y para activar las hormonas relajantes como la oxitocina, que favorece
la lactancia.
Se establece una
comunicación tanto verbal como pre-verbal. Los padres piden permiso al bebé, le
hablan, le cantan, le susurran, estimulando así el lenguaje, y además escuchan
su respuesta, observan sus gestos. Cuando sonríe, gorjea, los padres se sienten
satisfechos con su quehacer. Se dan cuenta de que hacen sentir bien a su bebé,
que pueden ayudarle a alivian sus molestias, en definitiva, les da a
autoconfianza en su papel como padres. Van aprendiendo a leer las señales de su
bebé, saber qué le gusta, cuando está cansado, cuándo quiere jugar y cuándo
necesita ser escuchado para descargar sus tensiones emocionales. Además a
través del contacto afectivo le están trasmitiendo calma, seguridad, le están
proporcionando placer. Todo ello hará que el niño interprete que es un ser
respetado y amado, lo que es fundamental para su desarrollo emocional.
La vinculación temprana y
cómo establezcan esa relación de apego, va a determinar cómo establezcan los bebés sus relaciones en
la edad adulta, porque esa primera relación la toman como modelo de referencia.
Una relación sana y de calidad, será “el molde” para sus relaciones futuras. La
capacidad para amar, sentir empatía, compartir… se asocia con los sistemas
cerebrales que se desarrollaron en la infancia mediante las experiencias que
causaron las relaciones con sus padres o cuidadores. Por eso es tan importante
el proceso de creación de un buen vínculo afectivo y todo lo que lo potencie, como es el masaje
infantil.
Totalmente de acuerdo contigo, si ya de bien pequeños les vamos haciendo estos masajes veremos como se van encontrando mejor día a día, un saludo Alicia
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